Extracto de la publicación

“Nuestros datos demuestran que la tasa de inestabilidad sindesmótica se redujo en las fracturas trimaleolares y equivalentes a trimaleolares cuando se realizó en primer lugar la colocación en posición prona y la fijación directa del maléolo posterior.”

Resumen de la revista

Antecedentes
Se buscó definir la tasa de inestabilidad sindesmótica tras la reducción anatómica del maléolo posterior cuando se optó por la estabilización posterior de una fractura de tobillo trimaleolar o trimaleolar equivalente frente a cuando se optó por una posición supina y un tratamiento inicialmente conservador de los elementos posteriores.

Métodos
Se evaluaron retrospectivamente los tipos de fijación sindesmótica y maleolar posterior utilizados para tratar a pacientes adultos con fracturas de tobillo que afectan al maléolo posterior en nuestro centro de traumatología de nivel I (N = 198). Se incluyeron específicamente tanto las fracturas bimaleolares como las trimaleolares. Los criterios de exclusión fueron las fracturas de pilón, las fracturas trimaleolares con fragmentos de Chaput y las lesiones neurológicas. Se registraron los datos demográficos, la clasificación de la fractura, la posición operatoria inicial, el espacio libre medial y el tamaño del fragmento maleolar posterior para cada fractura.

Resultados
En total, 151 pacientes (76,3 %) fueron colocados inicialmente en decúbito supino, de los cuales el 27,2 % presentaba inestabilidad sindesmótica que requería estabilización quirúrgica. Casi el 25 % de los pacientes en decúbito supino también fueron sometidos a una estabilización maleolar posterior para la inestabilidad posterior. En general, 73 (48,3 %) pacientes que fueron tratados inicialmente en posición supina necesitaron alguna forma de estabilización adicional. Cuarenta y siete pacientes (23,7 %) fueron colocados inicialmente en posición prona. La estabilidad sindesmótica se restauró en el 97,9 % de estos pacientes. Esta tasa de inestabilidad del 2,1 % difiere enormemente de la tasa de inestabilidad sindesmótica 13 veces mayor observada en el grupo de decúbito supino (P <0,001).

Conclusión
Nuestros datos demuestran que la tasa de inestabilidad sindesmótica se redujo en las fracturas trimaleolares y equivalentes a trimaleolares cuando se realizó en primer lugar la colocación en posición prona y la fijación directa del maléolo posterior. El uso de las estimaciones preoperatorias tradicionales de la estabilidad posterior para determinar la necesidad de fijación maleolar posterior puede ser inadecuado, ya que casi una cuarta parte de los pacientes tratados en posición supina recibieron estabilización posterior. Nivel de evidencia Nivel III, serie comparativa retrospectiva.

Referencias

Miller MA, McDonald TC, Graves ML, et al. Stability of the syndesmosis after posterior malleolar fracture fixation. Foot Ankle Int. 2018; 39(1):99-104.

Extracto de la publicación

“Las fracturas del maléolo posterior pueden clasificarse en tres tipos y las líneas de fractura de las fracturas del maléolo posterior varían mucho. Un gran fragmento que se extendía hasta el maléolo medial estaba presente en casi el 20 % de las fracturas del maléolo posterior observadas, por lo que no es necesariamente raro. Algunos de estos fragmentos involucraban todo el maléolo medial. Evaluar el tamaño de los fragmentos maleolares posteriores mediante radiografía puede ser imposible debido a la irregularidad de la línea de fractura.”

Resumen de la revista

Antecedentes

El resultado funcional tras las fracturas de tobillo que implican un fragmento maleolar posterior no suele ser satisfactorio, y el tratamiento de este tipo de fractura sigue siendo polémico. El conocimiento exhaustivo de la anatomía patológica de la fractura maleolar posterior es esencial para planificar un tratamiento adecuado. Por ello, realizamos un estudio de tomografía computarizada para aclarar la anatomía patológica de la fractura maleolar posterior.

Métodos

Entre 1999 y 2003, se trataron en el hospital cincuenta y siete pacientes consecutivos con una fractura unilateral de tobillo con uno o más fragmentos posteriores. Revisamos las tomografías computarizadas preoperatorias de los pacientes para determinar (1) la relación entre el área del fragmento posterior y el área total de la sección transversal del pilón tibial y (2) el ángulo entre el eje bimaleolar y la línea de fractura principal del maléolo posterior. Cada fractura se clasificó según la ubicación de la línea de fractura principal en la imagen tomográfica computarizada a nivel del pilón tibial.

Resultados

Las cincuenta y siete fracturas se clasificaron en tres tipos:(1) el tipo posterolateral oblicua (treinta y ocho fracturas; 67 %), (2) el tipo extensión medial (once fracturas; 19 %), y (3) el tipo fragmento marginal (ocho fracturas; 14 %). Dos de las once fracturas de extensión medial se extendían a la parte anterior del maléolo medial, y las otras nueve consistían en realidad en dos fragmentos. El área media del fragmento comprendía el 11,7 % del área de la sección transversal del pilón tibial para las fracturas posterolaterales oblicuas y el 29,8 % para las fracturas de extensión medial. En las siete de las nueve fracturas que comprendían >25 % del pilón tibial, la línea de fractura se extendía hasta el maléolo medial. La distancia entre el eje bimaleolar y la línea de fractura principal del maléolo posterior ha variado.

Conclusiones

Las líneas de fractura asociadas a las fracturas maleolares posteriores parecen ser muy variables. En casi el 20 % de las fracturas maleolares posteriores del presente estudio existía un gran fragmento que se extendía hasta el maléolo medial, y algunos fragmentos afectaban a casi todo el maléolo medial. Debido a la gran variación en las configuraciones de las fracturas, puede estar justificado el uso preoperatorio de la tomografía computarizada. La información obtenida de este estudio será útil para llevar a cabo una investigación básica de esta enfermedad y para determinar los enfoques quirúrgicos adecuados.

Referencias

Haraguchi N, Haruyama H, Toga H, Kato F. et al. Pathoanatomy of posterior malleolar fractures of the ankle. J Bone Joint Surg Am. 2006;88:1085-92.